Periodismo dependiente
  Cobos Suelto, Moreno Atado.
 
 
 
“Terminado” “el conflicto” entre “el campo” y “el gobierno” (el espíritu de las opiniones aquí vertidas me impide mencionar estos inexactos lugares comunes sin entrecomillarlos, aunque redundar en la explicación del porqué de los mismos haría interminable y aun mas aburrido el texto), se impone hacer una evaluación sobre lo que nos dejó, fuera de la automatizada repetición de la frase “se ha fortalecido la democracia”, letra de molde bajada de los grandes medios de comunicación.
“El conflicto” se originó cuando, allá por el 11 de marzo de este año, el Ministerio de Economía de la Nación dictó la Resolución N° 125, que impuso un régimen de retenciones móviles para la exportación, entre otros cultivos, de soja. La misma, como se tardó en comprender, procuraba evitar que la renta extraordinaria que estaba a punto de percibir el sector exportador dedicado a la comercialización de soja distorsionara la economía argentina general, al vender a un tipo de cambio sumamente beneficioso garantizado por el gobierno mercaderías sobrevaluadas en el mercado mundial.
A la tarde siguiente muchos productores agropecuarios, los que en muchos casos, según me consta personalmente, no entendían acabadamente como repercutiría esa medida en sus economías domésticas, salieron a cortar las rutas en varias provincias de la Argentina, en actitud abiertamente delictiva, ante lo que el Gobierno Nacional no intervino. He aquí el error del gobierno: a los pocos días, España reprimía una protesta de similares características llevada adelante por camioneros, incluso con un saldo de varios muertos. Pero no hay que olvidar dos hechos importantes para entender la pasiva actitud del gobierno: el precedente sentado por el ex presidente Néstor Kirchner al no intervenir contra los manifestantes de Gualeguaychú cuando cortaron la ruta que comunica al Uruguay, y el costo político que hubiera significado reprimir, siquiera suavemente, con la prensa en contra.
En efecto: a la media hora de que se cortó la primera ruta, se dejó de hablar de otra cosa que no tuviera que ver con el allí bautizado “conflicto entre el campo y el gobierno”, transmitiendo en vivo los cortes, y a un puñado de manifestantes (mayormente simpatizantes militares e integrantes de partidos políticos que habían perdido las elecciones cuatro meses antes) que, en Plaza de Mayo, sin rodeos, exigían la renuncia de la Presidenta.Por otro lado, la presentación de las imágenes, acompañadas de comentarios poco disimuladamente anti-gobierno, o redondamente golpistas, y ensalzadas incluso con música de suspenso, como en el caso que puntualmente recuerdo de TN, distó una infinidad de la imparcialidad, siendo, por lo menos para mí, graciosas por bizarras. Pensé que muchos pensarían como yo. Me equivoqué: al otro día había alrededor de 200 personas anti-gobierno “autoconvocadas”, multiplicadas al infinito por las cámaras. Escenas de este tipo se repitieron todos los días, con cantidad creciente de “descontentos” caceroleros, y en otras ciudades y pueblos, con supuesta espontaneidad.
Los medios no escatimaron nada a la hora de demonizar al gobierno: se calificó de personas a los manifestantes a favor de “el campo” por contraposición de los “piqueteros” manifestantes del oficialismo, volviendo a la celebre zoncera denunciada por Arturo Jauretche, la disyuntiva “Jóvenes y muchachones”. Y es que no han cambiado mucho las cosas desde que Don Arturo escribió su genial Manual de Zonceras Argentinas, ningún medio ni dirigente denunció la patotería periodística de los medios que obraron así, con lo que la convalidaron implícitamente. Cuando los manifestantes a favor del gobierno llegaron a Plaza de Mayo, para demostrar lo obvio, a saber, que la Presidenta elegida hacía cuatro meses por el 45% de los votos tenía legitimidad (apoyo popular), la puesta en escena de los medios simuló una debacle absolutamente injustificada, corrían atemorizados y braceando los manifestantes de “el campo” y de “la clase media que se cansó de la tiranía de los K´s”, ante el manso aunque alegre avance de los primeros. Cuando, poco tiempo después, manifestantes a favor de “el campo” destruyeron un patrullero a palazos, se califico al hecho de “pequeño incidente”, y nosehablemas, que salió en cámara sin querer. Igual cuando corrían a la gente que lograba sortear los cortes de ruta. ¿Ah, no se enteró?
A mi me paró un “pequeño productor” en la ruta, que me iba a dejar pasar sólo si pegaba en el auto un cartel con la leyenda “Estoy con el campo”, a lo que me negué, ante su indignación y la de un compañero que me agredió verbalmente. Y pasé sólo porque habían largado ya los autos desde el otro lado de la cabina de peaje moral, sino, no se como terminaba la historia. Realmente, fue una situación de mierda, totalmente evitable.
Fonteveccia, Magdalena Ruiz Giñazú, el Grupo Clarín, Mirtha Legrand… periodistas re-progres, re-copados, que “no se atrevieron a decir” nada contra la dictadura militar, ahora sí pusieron el grito en el cielo contra el despojo que sufría la clase que nos mantenía a todos. Muchos de ellos han declarado que “tenían miedo” en aquella época, y por eso no hablaban, o hablaban de otra cosa. Pero no tienen miedo de dedicar programas y diarios enteros a atacar descaradamente a la sangrienta tiranía que según muchos de ellos nos gobierna.
Discursos de “dirigentes” políticos y del campo, opiniones de opinólogos y avalanchas de mails de los mismos que hacia 6 meses nos reenviaban cadenas a favor del gobierno militar y contra “el zurdaje” coincidieron, y de nuevo la prensa lo avaló: Los únicos que trabajan son los del campo, somos todos unos mantenidos de ellos.
El campo es el mejor redistribuidor, porque gasta acá. Como si los demás viniéramos sólo a cobrar a la Argentina.
El gobierno quiere la plata para darles planes trabajar a los negros.
Recibí un mail de una señora del campo de procedencia indefinida cuyo marido se levanta a las 5.30 de la mañana y vuelve a las 11 de la noche, mordido por las vacas y curtido por el sol. Y el gobierno se atrevía a sacarle la mitad de sus ingresos, aun cuando sabía que tenia muchos costos, como pagarle al veterinario, al que fertilizaba, al que sembraba, al que fumigaba, al que cosechaba, a los peones… ¿lo recibió? Desásneme: no me quedó del todo claro que hacía todo el día el señor afuera de la casa. No le voy a meter cosas raras a la señora en la cabeza, pero ni fertilizaba, ni sembraba, ni cosechaba, ni fumigaba, ni desparasitaba, ni nada de eso, ya que les pagaba a otras personas para que hicieran todas esas cosas, por lo que podemos concluir en que se rasca el ombligo todo el día.
A las compensaciones no las cobra nadie. Está de más decir que, si no la cobran mediante el trámite administrativo, la cobran judicialmente con intereses, y no veo de dónde pueda agarrarse el gobierno para no pagar un crédito alimentario reconocido por una resolución, y que iba a ser reconocido por Ley. Claro está que la informalidad fiscal era un obstáculo para cobrarlas, y que es la norma en el sector agropecuario, y que eso es también responsabilidad del Estado, pero no veo con que legitimidad se pueden quejar en este punto los “pequeños productores”.
Estamos en hiperinflación, peor que con Alfonsín.
Una que me encanta: Hace rato que no hay combustible, solamente no nos habíamos dado cuenta. Ahora le echan la culpa a los cortes de ruta.
Se descalificó a las retenciones porque eran un “impuesto distorsivo”. Sin abundar acerca de la calidad de impuestos o no de las retenciones, hay que señalar que todos los tributos son distorsivos, sobretodo cuando tienen otra finalidad, además de la recaudatoria. Tienden a cambiar, “distorsionar” la economía, modificarla para lograr fines estatales. Eso es intervención del Estado en economía, eso es un Estado Intervencionista. Por ahí, de eso se olvidan los que despotrican contra este gobierno, al mismo tiempo que contra Menem y el “neoliberalismo”.
Se les criticó que hayan sido impuestas, con lo que se entiende que esos críticos querían un “impuesto no impuesto”, un oximorón borgeano genial, a la altura del agua seca. O un tratamiento especial para “el campo”, ya que a nadie se le consulta nada a la hora de establecer tributos.
Ya cualquier bolazo valía contra el gobierno.
Obra maestra del terror fue la cobertura de la detención de De Angeli: alaridos, más música de suspenso, relator jadeante, cámara tambaleante, De Angeli voluntariamente en el suelo. Todos vimos que lo llevaron prácticamente entre algodones. Pero nadie dejó de comentar: ¡¿viste lo que le hicieron?!
Si el peronismo es una bolsa de gatos, la oposición es una bolsa de bolsas de gatos: en la vereda de enfrente están De Angeli, Carrió, Macri, Duhalde, el Clan Rodríguez Saa, el Grupo Clarín, el Clan Menem, Cecilia Pando, el pequeño productor Reutemann… siguen las firmas, incluso esperables en el juego dialéctico, en el me opongo porque no soy gobierno, de la perfectible democracia. Pero hay muchas posiciones francamente sorprendentes: “Revolución del Campesinado” tituló el diario del Partido Comunista. Castells defendiendo a Monsanto y a Cargill, el Socialismo defendiendo a la Sociedad Rural. Gatos que por una cuestión de rol tendrían que despellejarse a zarpazos, lamiéndose mimosamente en la combativa bolsa. Gatos raros.
Cuando el Congreso finalmente no dio curso al proyecto de Ley del Gobierno Nacional para aprobar por ley a las retenciones móviles, todos salieron a decir que era obligación derogar la Resolución N° 125, la que era “más inconstitucional que antes” de la presentación del proyecto por el ejecutivo. Aun renombrados constitucionalistas aparecían avalando la animalada: las retenciones eran igual de constitucionales o inconstitucionales que antes. Si, se le podía exigir al gobierno que la derogue desde el sentido común, desde que envió el proyecto al congreso solicitando su discutible “ratificación”. Podían medios, dirigentes y “dirigentes” exigir la derogación de la resolución cuestionada desde que el acto del envío al congreso del proyecto implicaba tácitamente una promesa de derogarla si no prosperaba la iniciativa. Y lo hicieron, periodistas, dirigentes y “dirigentes” exigieron la derogación. Podían también periodistas, dirigentes y “dirigentes” exigir al Vicepresidente, que hacia 6 meses había asumido un gobierno con un proyecto común al de la Presidenta, o avalando a este proyecto por lo menos, que vote a favor del proyecto de ley oficialista, que constituye gran parte del modelo de gobierno que supuestamente llevan juntos adelante. Podrían exigirle ahora que renuncie, ya que no se ve como puede seguir co-gobernando. En pos de la institucionalidad y del sentido común. Pero no lo hicieron, no lo hacen, sino que lo felicitaron en todos los medios. O sea: institucionalidad y sentido común sólo cuando les convienen a mis patrocinantes. Nada nuevo bajo el sol, lamentablemente.
Muchos arguyen que lo importante era pacificar, que no se “vuelva a las rutas”. Son los mismos que le echaban la culpa al gobierno por el “desabastecimiento” y los cortes. Es inaudito, es exigir que a cualquier grupo de poder haya que satisfacerle las exigencias ante la más mínima amenaza. Es como establecer un trámite administrativo para dar curso a las amenazas terroristas. Es como echarle la culpa a Blumberg por la muerte de su hijo, por no haber pagado el rescate a tiempo. Este último es un ejemplo para que lo entienda la-clase-media-indignada.
¿Donde voy con todo esto? Lo que nos dejó el “conflicto del campo”, lo que tenemos que leer, si queremos tener una democracia madura, lo que tenemos que evitar, es que los medios pueden hacer lo que quieran, poner y sacar leyes y medidas, impulsar políticas, poner y sacar gobiernos al mejor postor, si el electorado o el “cacerolado” no forma una mínima mente crítica a la hora de digerir los “hechos” que se le presentan en la tele o en los diarios. Es decir, cualquiera podía darse cuenta de que los productores agropecuarios iban a ganar más dinero en concreto con la cosecha, por el aumento del precio internacional de la soja, por lo que ninguno iba a desaparecer, ni mucho menos. Cualquiera podía sospechar que tal vez tenia razón el gobierno cuando decía que en junio el precio de la soja iba a alcanzar los 600 dólares, y De Angeli se le reía. O por lo menos darle la razón cuando efectivamente, ese precio se alcanzó. Cualquiera podía, siquiera sospechar, que de última los manifestantes oficialistas estaban movilizados por la denostada política tanto como los manifestantes de la mística Carrió, que anunciaba un baño de sangre para el país, y parecía que se relamía. Cualquiera podría haberse dado cuenta de que ir a tocar bocina, gritar y agredir verbalmente, y a veces incluso físicamente a los vecinos, esta reñido con las mas mínimas reglas democráticas, y hasta de convivencia, y tanto más cuando se realizan contra representantes electos por muchos otros diamantinos, y en virtud de ello. Equivale a agredir a todos los que los votaron. Cualquiera se daba cuenta de que estaba mal presionar a diputados y legisladores nacionales mediante escarches o amenazas a viva voz, como hizo el incalificable, aunque igualmente calificado de revolucionario y distribuidor por sus publicistas, De Angeli, modesto gringo chacarero de 3.000 hectáreas y 4 empleados.
Pero a todo esto, y a mil cosas mas, nadie las pensó, y si lo pensó nadie lo dijo, y si lo quiso decir no le dieron prensa. Y no creo que toda la prensa haya sido sobornada o parcial, pero si creo que toda la prensa, incluso y sobre todo la del interior, donde supuestamente se desarrollaba “el conflicto del campo”, copió y pegó el discurso de los grandes medios, por comodidad, o por ser “políticamente correctos”. Es muy delgada y sinuosa la línea entre la censura previa y la presión previa.
Sin que su posición se escuchara en ningún medio, ya que decir algo a favor de el equivalía a estar contra el pueblo por la presión mediática previamente instalada, el gobierno tuvo que dar discursos, tan subidos de tono como las acusaciones que se le habían lanzado, como era esperable. Sobre el pucho los tildaron de soberbios los mismos medios que lo obligaron a pronunciarlos.
Presionado, el gobierno había cedido hasta desnaturalizar parcialmente la Resolución N° 125. Ésta, ya modificada, y el proyecto de ley, promovían la sojización, al establecer compensaciones que determinaban que la soja tendría menos retenciones (30%) que otros cultivos, haciéndola mas competitiva aún. Pero se festejaron un poco esos cambios mediaticamente. Aunque nadie lo consideró una victoria total, por lo que se continuó, y aun se agravó la protesta (salvo por la desafectación de Coninagro de la “Mesa de Enlace”, la que pasó totalmente desapercibida mediáticamente). Inexplicablemente, ya que los “reclamos” del “pequeño productor” estaban satisfechos.
Sí se festejó, con bombos y platillos, y mails y notas, y alivio que ahora van a medir sociólogos y psicólogos sociales, el rechazo del proyecto del oficialismo. Ahora, al “pequeño productor” se le retendrá un 35%, mucho mayor al 30% del proyecto oficial, y de la Resolución N° 125, descontadas las compensaciones. Entonces, ¿Qué festeja el “pequeño productor”?
Luego de haber traicionado al radicalismo, y haber sido deshonrosamente expulsado de el, luego de haber traicionado al peronismo, luego de su tembloroso voto “no positivo”, luego de haber confesado ante el país entero una indefinición política y moral galopante, Cobos es un héroe.
Luego de una trayectoria intachable, salvo por tachas inverosímiles sugeridas por los medios menos disimuladamente antigobierno, como la supuesta anécdota en la que, a lo cowboy negocia con un revolver arriba de la mesa, Guillermo Moreno es un patotero impresentable.
Hoy, a días del voto de Cobos, escucho en la radio que la economía se reactivó. Un N.N. informa que se han reactivado las ventas y consultas de viajes y ropas (si, creo que es un especialista en ropas y turismo). No, no tiene nada que ver con las vacaciones y el frío. Es porque “el campo” terminó con “el conflicto”.
“El conflicto” terminó, pero no terminó El Conflicto. El que tiene sitiadas las ciudades de Bolivia, y en jaque al gobierno de Chávez. La clase media ya se recuperó. Aquí, ser peronista, como en otros períodos de nuestra historia, vuelve a estar prohibido.
¿Compramos?
 
 
  Hubo 9891 visitantes (18564 clics a subpáginas) Demasiado.  
 
Este sitio web fue creado de forma gratuita con PaginaWebGratis.es. ¿Quieres también tu sitio web propio?
Registrarse gratis